Artroscopia de la ATM. Perforaciones discales

La articulación temporomandibular (ATM) es una articulación bilateral y móvil. Se trata de una diartrosis que articula la mandíbula (cóndilo mandibular) con el cráneo (cavidad glenoidea y eminencia articular del hueso temporal) a través de un menisco fibrocartilaginoso (fig. 1). Junto con la articulación de la rodilla y la esternoclavicular, son las únicas que poseen un menisco.

Es una articulación muy compleja y de características únicas, ya que sus movimientos son dependientes de ambos lados articulares, que deben funcionar al unísono, aunque no siempre realizando el mismo movimiento. De este modo, el control neurológico de los músculos y los ligamentos derechos e izquierdos debe actuar de forma sinérgica y antagonista.

El disco articular de la ATM tiene el tamaño de una moneda de un euro y es un fibrocartílago compuesto por densas fibras de colágeno tipo I, con forma de S itálica y más grueso en medial que lateralmente, lo que determina un aumento del espacio articular a nivel medial. En su mayor parte, carece de vasos sanguíneos y fibras nerviosas, aunque su extremo posterior (tejido conjuntivo laxo retrodiscal) está ricamente inervado y altamente vascularizado. Anteriormente, se une a la cápsula articular, a la porción superior del músculo pterigoideo lateral y a los músculos temporal y masetero. En la zona superior se pega al reborde articular del hueso temporal y en la parte inferior se junta con el margen anterior del cóndilo. Posteriormente, se une al tejido retrodiscal y medial, y lateralmente al ligamento capsular, dividiendo el espacio articular en dos cavi­dades: superior e inferior (fig. 2a).